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Jesús nos dio autoridad sobre el malvado y un mandato de echarlo abajo; 2Corintios 6,7; y 10,4+5 [4]; [5]; Santiago 4,7; Efesios 6,11-13 [11]; [12]; [13]; Mateo 16,19; Lucas 10,19; Hebreos 12,4; Daniel 11,32.
Amamos lo que Dios ama y odiamos lo que Dios odia con un odio sagrado y absolutamente no coexistimos con el mal, ni lo financiamos, ni lo apoyamos ni lo damos un consentimiento tácito por nuestro silencio; Salmos 139,21+22 [21]; [22]; Mateo 10,27; Marcos 9,47; Lucas 12,3; Romanos 12,9; 2Juan v.10+11 [10]; [11]; [1Tesalonicenses 5,22; traducción incorrecta en inglés]; Apocalipsis 2,6.
No obstante, no nos vengamos del malo cometido contra nosotros. Eso hará Dios en el Postrero Día; Romanos 12,17+19 [17]; [19]; Salmos 18,47+48 [47]; [48]; Hechos 23,3; Hebreos 10,30; Apocalipsis 19,2; Mateo 10,16; 1Pedro 3,9; Jeremías 39,17+18 [17]; [18}.
Jesús nos comisionó para que hagamos su voluntad sobre la tierra, no la nuestra ni la del anti-Cristo; Romanos 12,11; Juan 7,17; y 9,4; y 15,16; 2Corintios 5,15; Mateo 28,19; y 10,19+20 [19]; [20]; Lucas 10,3+4 [3]; [4]; Hechos 21,14; Filipenses 2,21; Hebreos 10,9; 1Juan 2,18.
La manera en que hablamos revela que hemos estado con Jesús, no sólo como Salvador, humilde y rebajado, sufriendo vicariamente, sino también como Rey, ungidos con su intrepidez, fervor y tenacidad; Hechos 4,13; y 18,25+26 [25]; [26]; y 19,8; Romanos 12,11; Apocalipsis 3,15; 1Corintios 15,58; Efesios 6,13; Colosenses 2,5; Daniel 11,32b.
No podemos servir a ambos, Dios y nuestra cuenta bancaria, porque, en la opinión de Jesús ellos se excluyen mutuamente; Mateo 6,24; Lucas 12,30; y 16,13.
Pedimos a Dios que nos provea nuestro pan cotidiano porque, igual como los pájaros y el viento, no tenemos cuentas bancarias. De hecho, sin la marca de la bestia, no somos en condición para solicitar una cuenta bancaria, ni para ser un compañero en el Reino del Mamón [riquezas], ni pude egresar de la cárcel en Fort Wayne, Indiana, de una manera normal después de un arresto falso, así que el jefe, Sr. Squadrito, me echó por la puerta trasera. Al salir me dijeron estas palabras: “Ud. nunca estuvo aquí!”
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